¡Y que Venga a Nosotros tu Reino!
Por
muchos años aprendimos que el modelo de oración que debíamos efectuar para
pedirle a Dios, debía estar basada en aquella importante oración que Jesús le
enseño a sus discípulos, El Padre Nuestro.
Como
modelo no está mal tomarla, pero hasta que no entendamos la esencia de la
misma, no vamos a ser sino "Parloteadores" (termino original con el
que define al que habla demasiado). Hombres y mujeres que ejecutamos repetidamente simples palabrerías que en realidad no pasan ni del techo de nuestros hogares.
Por
eso, escrito está en la Palabra de Dios, que pedimos y no pedimos bien o no
sabemos pedir (Santiago 4:2-3).
Y
es que como seres humanos solo estamos pendientes de las cosas que nos
apremian, como el agua, la luz, el teléfono, la comida etc... Estas cosas nos
han llevado a tergiversar la enseñanza de Jesús con respecto al Padre Nuestro.
Nunca
podemos olvidar que La Palabra de Dios es Espíritu y es Vida, lo que quiere
decir que si no buscamos el Espíritu de vida en ella andaremos como muertos,
pues, "la Letra mata mas el Espíritu Vivifica" (2da. Cor. 3:6). Y
este mismo versículo nos insta a que andemos como "Ministros competentes
del Nuevo Pacto".
Jesús
al entregarnos El Padre Nuestro, estaba dejando un decálogo para que
entendiéramos que habíamos sido escogidos y por quien pero aun más importante
es el tener la capacidad de comprender que esa Paternidad que venía de Dios iba
a ser implantada en nosotros mediante su Palabra eterna y el Espíritu Santo.
Jesús
era el Reino de Dios viniendo a los hombres, pero él sabía que era necesario
que los principios de ese Reino fueran inseminado en nosotros, por eso cuando
vemos esto, podemos interpretar el Padre Nuestro (Mateo 6:9-13) de una manera
diferente:
Padre
nuestro que estás en los cielos,
(de donde fueron hechas todas las cosas que no vemos)
Santificado
sea tu nombre, (al cual
damos toda adoración y gloria)
Venga tu
reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. (Sean establecidos tu principios en
nosotros y en este mundo, para que así podamos ejercer Tu voluntad soberana sin
que impere mis deseos, lo que yo creo que es bueno y agradable pero que nada
tiene que ver contigo, y así poder traer palpable lo que ya tú has provisto
para mis necesidades)
El pan nuestro
de cada día, dánoslo hoy.
(Danos, esa palabra que nos alimenta a diario y que fortalece nuestro espíritu,
inteligencia, sabiduría y aumenta nuestro discernimiento para recibir Tu
revelación)
Y
perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros
deudores. (Que así
como nosotros hemos sido tratados con Tu misericordia, compasión y
sensibilidad, podamos ser nosotros con nuestros prójimos y prevalezca Tu amor
en nosotros)
Y no nos
metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder,
y la gloria, por todos los siglos. Amén. (Que las pruebas podamos superarlas
por tu fuerza y venzamos el mal con ese poder con que hemos sido investidos
para mantenernos firmes. Pues esa es Tu voluntad y la esencia de Tu Reino y a
Ti nos rendimos y nos entregamos completamente hasta la eternidad. Así es)
De
esta forma haremos que todas las cosas que provienen de su Voluntad puedan manifestarse
y hacerse realidad para nuestras vidas, es decir estando bajo su plena voluntad
y en obediencia absoluta; esta es la clave de todo.
Recordemos
esta porción de vida: Mateo 6:25-33.
“25 Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis
de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir.
¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26 Mirad las
aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro
Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? 27¿Y
quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?
28 Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo
crecen: no trabajan ni hilan; 29 pero os digo, que ni aun Salomón con toda su
gloria se vistió así como uno de ellos. 30 Y si la hierba del campo que hoy es,
y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros,
hombres de poca fe? 31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué
beberemos, o qué vestiremos? 32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas;
pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.
33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas
os serán añadidas”.
Hagamos
de esta, nuestra realidad.