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jueves, 25 de junio de 2015

ALGUNAS PERSONAS TIENEN UN CONCEPTO ERRADO DE LO QUE ES LA ESPONTANEIDAD

Existe un malentendido cuando nos referimos a la espontaneidad como acto de sinceridad o autenticidad. También lo espontáneo puede ser reactivo, desmesurado e irrespetuoso. Algunos ejemplos pueden contextualizar la idea de que lo espontáneo no es igual a lo auténtico. Hay quienes suelen jactarse de decirles a los demás a la cara lo que opinan. Se vanaglorian de no tener inconveniente alguno en soltar sus juicios, como quien arroja presuntas verdades sin atender al contexto, el momento y la relación que mantienen con el otro. Lo sueltan y se quedan tan anchos. Preguntas: “¿Acaso tuviste en cuenta a la otra persona?”. Y responden: “Me da igual…, yo soy así…, digo lo que siento”.
Hay otros ejemplos más cotidianos: aquellas personas que hacen la broma en el momento inoportuno; las que insisten cuando se les dice basta; las que hablan sin dejar hablar; las que gesticulan histriónicamente y no mesuran los prejuicios de sus muecas; las que ríen o se enfadan fuera de tono; las que vuelven a preguntar lo que ya se les dijo; las que quieren discutir en medio de un restaurante; las que no les importa que les oiga todo el mundo; las que no pueden esperar; las que precipitan besos y abrazos embarazosos. En general, todas aquellas personas que sufren la BENDITA impulsividad. No saben, o no quieren, aprender a gestionarla.
Lejos de tales extremos, algunos individuos espontáneos gozan del valor añadido de la nobleza. Son tal cual, sin engaños, ni medias tintas, ni filtros interesados. Son lo que son, un espejo de su alma. Por eso gustan y son queridos, aunque algunos suelen aborrecer de sí mismos. Esa excesiva franca naturalidad les acaba metiendo en todo tipo de malentendidos, que les obliga a justificarse muy a menudo. Van tan de cara que son los primeros en recibir las tortas.
sin embargo, pretendemos conquistar la mayor libertad interior posible. Somos seres para la libertad, solo que caemos en el espejismo de una libertad que lo deja de ser condicionada por sus propios deseos. No hay libertad sin responsabilidad. No hay responsabilidad sin compromiso. Y el primer compromiso hacia nosotros mismos es hacernos auténticos, que no es lo mismo que naturales. Algunas personas han logrado un aire disfrazadamente natural a costa de perder su autenticidad. (para analizar y corregir si tenemos este concepto errado) 

Tomado de la  Pagina de Facebook de la Dra Nora Lamys

Pastora Sugey Villasmil de Alvarez
Iglesia Centro Cristiano El Pan De Vida
Maracaibo Venezuela