English French German Spain Italian Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

martes, 1 de julio de 2014

¡Y que Venga a Nosotros tu Reino!

Por muchos años aprendimos que el modelo de oración que debíamos efectuar para pedirle a Dios, debía estar basada en aquella importante oración que Jesús le enseño a sus discípulos, El Padre Nuestro.

Como modelo no está mal tomarla, pero  hasta que no entendamos la esencia de la misma, no vamos a ser sino "Parloteadores" (termino original con el que define al que habla demasiado). Hombres y mujeres que ejecutamos repetidamente simples palabrerías que en realidad no pasan ni del techo de nuestros hogares.

Por eso, escrito está en la Palabra de Dios, que pedimos y no pedimos bien o no sabemos pedir (Santiago 4:2-3).

Y es que como seres humanos solo estamos pendientes de las cosas que nos apremian, como el agua, la luz, el teléfono, la comida etc... Estas cosas nos han llevado a tergiversar la enseñanza de Jesús con respecto al Padre Nuestro.

Nunca podemos olvidar que La Palabra de Dios es Espíritu y es Vida, lo que quiere decir que si no buscamos el Espíritu de vida en ella andaremos como muertos, pues, "la Letra mata mas el Espíritu Vivifica" (2da. Cor. 3:6). Y este mismo versículo nos insta a que andemos como "Ministros competentes del Nuevo Pacto".

Jesús al entregarnos El Padre Nuestro, estaba dejando un decálogo para que entendiéramos que habíamos sido escogidos y por quien pero aun más importante es el tener la capacidad de comprender que esa Paternidad que venía de Dios iba a ser implantada en nosotros mediante su Palabra eterna y el Espíritu Santo.

Jesús era el Reino de Dios viniendo a los hombres, pero él sabía que era necesario que los principios de ese Reino fueran inseminado en nosotros, por eso cuando vemos esto, podemos interpretar el Padre Nuestro (Mateo 6:9-13) de una manera diferente:

Padre nuestro que estás en los cielos, (de donde fueron hechas todas las cosas que no vemos)

Santificado sea tu nombre, (al cual damos toda adoración y gloria)

Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. (Sean establecidos tu principios en nosotros y en este mundo, para que así podamos ejercer Tu voluntad soberana sin que impere mis deseos, lo que yo creo que es bueno y agradable pero que nada tiene que ver contigo, y así poder traer palpable lo que ya tú has provisto para mis necesidades)

El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. (Danos, esa palabra que nos alimenta a diario y que fortalece nuestro espíritu, inteligencia, sabiduría y aumenta nuestro discernimiento para recibir Tu revelación)

Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. (Que así como nosotros hemos sido tratados con Tu misericordia, compasión y sensibilidad, podamos ser nosotros con nuestros prójimos y prevalezca Tu amor en nosotros)

Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén. (Que las pruebas podamos superarlas por tu fuerza y venzamos el mal con ese poder con que hemos sido investidos para mantenernos firmes. Pues esa es Tu voluntad y la esencia de Tu Reino y a Ti nos rendimos y nos entregamos completamente hasta la eternidad. Así es)

De esta forma haremos que todas las cosas que provienen de su Voluntad puedan manifestarse y hacerse realidad para nuestras vidas, es decir estando bajo su plena voluntad y en obediencia absoluta; esta es la clave de todo.

Recordemos esta porción de vida:   Mateo 6:25-33.

“25 Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26 Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? 27¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? 28 Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; 29 pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. 30 Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? 31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.


Hagamos de esta, nuestra realidad.